Serie: EL ISRAEL QUE RECIBIÓ AL MESÍAS 2ª parte
La expansión de la iglesia primitiva.
Mucho se habla
del crecimiento de la iglesia “gentil”, pero, ¿qué pasó con aquellos más de 3000 que vinieron a Cristo en Pentecostés? ¿Qué pasó con los apóstoles que
fueron comisionados por Jesús? Tristemente la versión de la historia que nos ha
llegado y en la cual la mayoría de los historiadores han invertido su tiempo es
en aquella que más le interesó a la iglesia romana. En realidad los libros de historia del
cristianismo más populares deberían llamarse “Historia del cristianismo romano
y sus misiones”. Ésta, aunque importante y preciosa, es una visión muy limitada
de la realidad y por ende nos puede llevar por el camino fatídico de perder el
contexto de muchos temas que han definido al cristianismo y a la sociedad de
hoy. Para una comprensión global del cristianismo habría que contestarse
preguntas como: ¿cuál es la historia de la Iglesia Norteafricana?, o: ¿cuál es
la historia de la iglesia de Siria, la ortodoxa de Antioquía o de la hindú?
1. La
expansión.
La primera persecución
contra los discípulos provocó el éxodo de buen número de ellos por toda Judea y
Samaría (Hch 8:1), el hecho de Pablo pedir cartas para ir a Siria (9:2), la
congregación tan importante de Antioquía, la de Chipre y la de Fenicia
(11:19-20; 21:16), indican la llegada del evangelio a regiones lejanas aun en
sus inicios.
En este crecimiento la
iglesia tuvo un enfrentamiento directo con los paradigmas helénicos y sus respectivos
representantes: el judaísmo radical ortodoxo y judaísmo liberal heterodoxo, que eran cada vez más extremistas en sus
posturas. Así quedaba el evangelio en medio de una relación de tensión muy
fuerte que traería como vimos anteriormente la ortodoxia rígida y el
gnosticismo.
Debido a las fuentes que
hasta hoy los historiadores han tenido, parecía evidente un crecimiento gentil
superior al judío, pero nuevas evidencias arqueológicas y escriturales
contradicen esto. Por las consecuencias de espacio y propósito en este material
sólo citaremos tres:
a.
Manuscritos de Simón
Bar Kojba (135 d.C.).
b.
Sinagoga de
Susya (anterior al 400 d.C.).
c.
Birkat Haminim (75-102
d.C.).
Traducida a menudo como «Bendición de
los herejes», fue una de las dieciocho bendiciones que se debían recitar en la
sinagoga. Según la Mishná (Shab. 1, 4), fueron creadas el día en que R.
Eleazar ben Azaria fue designado como Nasí. El tratado Ver 28b, 29a
indica cómo la institución tuvo su origen en Jamnia y cómo pretendía
desarraigar del seno del judaísmo a los judeo-cristianos. Desde la perspectiva cristiana
se sentía así:
«Y ahora desecháis a los
que esperan en Él y en el Dios omnipotente y hacedor de todas las cosas, que le
envió, y, en cuanto es de vuestra parte, lo deshonráis, maldiciendo en vuestras
sinagogas a los que creen en Cristo. No tenéis poder para poner vuestras manos
sobre nosotros, por impedíroslo los que ahora mandan; pero siempre que lo
pudisteis, lo hicisteis.» (Lo mejor de Justino mártir, Alfonso Ropero, pág.
201, CLIE).
Esta “bendición” exponía de manera explícita
el deseo de que los judeo-cristianos desaparecieran e inclusive de una manera
trágica.
«Que los apóstatas no
tengan esperanza y que el reino de la maldad sea desarraigado en nuestros días.
Que los nazarenos y los minim desaparezcan en un abrir y cerrar de ojos. Que
sean borrados del libro de los vivos y no sean inscritos con los justos.
Bendito seas tú, Adonaí, que abates a los orgullosos» (según la Genizá del
Cairo).
Las comunidades
judeo-cristianas dentro y fuera de Judea crecieron a pasos agigantados, pese a
las persecuciones de los propios judíos y de las legiones romanas. Los primeros
les perseguían por no sumarse a las revueltas y verles, en algún sentido,
culpables de sus angustias; mientras Roma los veía como ciudadanos de la nación
rebelde de Israel.
Con esto no se está afirmando que no hubo
crecimiento gentil, sino que ambos fueron paralelos en crecimiento y expansión.
A la historia contada oficialmente por la iglesia imperial nunca le interesó
indagar más seriamente en este hecho, lo que atento drásticamente contra la
verdad. Hoy en día, aunque las evidencias son mucho menos que las de aquel
entonces, la falta de prejuicio en muchos historiadores colabora con un tipo de
análisis más crítico de los hechos. Estas evidencias, inclusive, nos permite
entender que muchos discípulos israelíes al no sumarse a las variaciones
rabínicas posteriores a la destrucción del templo en el año 70 (se amplía en el
en la sección V.1.), se integraron como gentiles o fueron vistos como “ateos”,
ciudadanos de ninguna o de las naciones que le vieron nacer.
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