Serie: EL ISRAEL QUE ESPERABA AL MESÍAS 2º parte.
El desafió helénico a Israel.
Con el dominio
de Alejandro Magno sobre Persia, Judea sufrió una nueva situación al verse en
manos griegas. Aunque hubo una fuerte tensión imperialista que desencadenó guerras
sangrientas como la de los macabeos, el ataque más fuerte y peligroso fue en
silencio. Esta cultura helénica era muy atrayente por su brillo externo: su
mentalidad filosófica, análisis lógico, la vida alegre y libertina, los modales
refinados, los juegos en anfiteatros, las tragedias y su administración
democrática. Esta cultura ejerció sobre el Israel de la tierra y el de la
diáspora nuevas presiones que le harían asumir posiciones definitorias para su
futuro.
Muchos
comenzaron a reinterpretar la enseñanza rabínica a la luz de la nueva ocupación
imperial, otros vieron sus desgracias en las maldiciones descritas en la Tora
por el alejarse de ella y se comprometían en hacer la mayor cantidad de
discípulos posible, otros voluntariamente abandonaron la cultura bíblica
sintiéndose más atraídos por la nueva cultura y otros fueron obligados a
abandonar su identidad hebrea. Es así que comienzan surgir grupos cada vez más
definidos a la manera de sectas o partidos como consecuencia de la influencia helénica,
la ortodoxia hebrea y por una anarquía nacionalista.
Con la
conquista romana la situación no mejoró sino que se agravó. Algunos de estos
grupos comenzaron a comportarse separatista o bélicamente contra los otros;
mientras los que buscaban la paz con Roma lo hacían con intereses personales
bien definidos en pos de una supremacía económica y social sobre el resto de la
nación.
Es bueno entender que cada grupo que se iba formando era diferente a los demás en varios aspectos:
1. Los escritos bíblicos.
2. Los calendarios festivos.
3. Las prácticas de purificación.
4. La perspectiva del gobierno nacional.
5. La
cosmovisión y la moral.
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Por otra parte,
las diferencias entre ellos no eran asumidas al estilo postmoderno de hoy, sino
que muchas veces se enfrascaban en contiendas sangrientas, pues cada una
acusaba a las otras de ser las causantes de las desgracias sociales en que
vivían. Las diferentes sectas eran:
- Esenios: Una comunidad estrictamente alejada
o separada del resto de no más de 4000 miembros varones, adultos mayores, que residían en las afueras de
varias ciudades de Judea. Vestían de blanco hasta que sus ropas se hicieran
harapientas. Rechazaban la propiedad privada y la esclavitud. Comían juntos mientras
un administrador, previamente elegido por su madurez y credibilidad moral,
abastecía de lo necesario. Se dedicaban a la cosecha, cría de animales,
colmenares y a oficios de mantenimiento de las necesidades de la comunidad. La
expectativa de vida era muy alta entre ellos debido a los cuidados extremos
llegando a ser comunidades bien longevas. Quien se casara quedaba excluido al
instante de la hermandad, porque rechazaban a las mujeres y a los niños. Se
interesaban extraordinariamente en los escritos antiguos que abarcaban a la Torá,
el jubileo, Enoc, el libro de las reglas, el código de guerra, diferentes midrash
‘exegesis bíblica’, etc. Eran estrictos guardadores del shabbat. Usaban
tanto el calendario lunar como el solar.
- Los saduceos:
Constituidos por la casta Asmonea que dirigía a los sacerdotes. Eran en su
mayoría personas de influencia y riquezas con conecciones bien claras con Roma.
Sólo aceptaban la Torá y su cumplimiento estricto era exclusivamente
para ellos. No creían en la necesidad del Mesías, ni en la vida después de la
muerte. La vida debía ser disfrutada en los placeres, el cumplir la ley era
para asegurar que los placeres fueran saludables, incluyendo muchos días de
vida y prosperidad. Veían la necesidad imperiosa de que Israel se adaptara a
los nuevos tiempos helénicos.
- Los fariseos:
Surgieron como una necesidad religiosa de mantener las costumbres hebreas ante
la abrumadora amenaza del helenismo. Eran tan celosos en el cumplimiento de la Torá
que fueron diseñando un sistema de preceptos para ayudar a que la ley no fuera
violada ni por accidente. Llegaron a considerar y exigir muchas de estas tradiciones
como iguales a los mandamientos. Gozaban de gran popularidad entre el pueblo,
por un lado, porque con el afán de hacer discípulos se mezclaban mucho con el
resto de la población; y por otro, enseñaban y supervisaban el sistema de
sinagogas. Sus interpretaciones regían el diario orden del templo, pues aunque
los saduceos lo dirigían sabían que el pueblo rechazaba sus interpretaciones y
por tanto cedieron ante los fariseos en esta área. Creían en la inmortalidad
del alma y el castigo eterno. Muy al contrario de lo que algunos piensan al
leer el texto bíblico no había un grupo de fariseos sino dos.
Casi 300 años a.C. murió
el último miembro de la Gran Asamblea Simón Hatzadik comenzando un período
conocido como el período de los Zugot las ‘parejas’. A partir de ese
momento siempre hubo dos rabinos al mando de la tradición judía. Uno era
llamado Nasí el ‘presidente’ y el otro Av Beit Din, el ‘líder del
Sanedrín’. El último par fue probablemente el más famoso: Hillel y Shammai.
Hillel, que había nacido
en Babilonia subió a Israel aun siendo muy pobre con el deseo de aprender Torá.
Sin embargo, luego de estudiar, fue reconocida tan grande su sabiduría que
asumió el cargo de Nasí. Durante esa misma época, Shammai un poco más
anciano, ocupaba la posición de Av Beit Din. Estos fueron tan elocuentes
y entendidos en la Torá y las tradiciones que llegaron a formar dos
escuelas que se hicieron famosas por el crecimiento numérico y sus disputas. La
disputas eran tan triviales como aquella con respecto a si uno debe decirle a
la novia, en el día de la boda, que es hermosa, a pesar de que esto no sea
cierto. La escuela de Shammai sostenía que en esta situación estaría mal
mentir. La escuela de Hillel sostenía que una novia siempre es hermosa en el
día de su boda (Talmud, Ketuvot 16b-17a). La escuela de Hillel ganó la disputa.
El Talmud dice:
«Una voz
celestial declaró: "Las palabras de ambas escuelas son las palabras del
Dios viviente, pero la ley sigue las legislaciones de la escuela de Hilel"» (Eruvín 13b).
La escuela de Shammai era
la más estricta llegando a asesinar a miembros de la hillelita en algunas
ocasiones. Los primeros veían la Torá de una manera más nacionalista,
mientras los segundos la veían más universalista, siendo este último grupo más
dados a la búsqueda de seguidores aún entre los gentiles (prosélitos).
- Los Zelotes:
Es un movimiento nacido entre los fariseos, llegando en muchas ocasiones a ser
liderados por algún shammaita. Su empeño mayor era la libertad de la nación
deseando a Dios como único líder. Fueron los protagonistas de las sublevaciones
contra Roma. En muchas ocasiones llegaron a cometer grandes masacres con el fin
de eliminar a aquellos detractores de la ley que detenían la bendición de Dios.
El reto que tenía el Mesías era gigantesco debido a la gama tan diferente de trasfondos en los que sus discípulos se movían. Saulo de Tarso fariseo hillelita, Judas Iscariote fariseo shammaita, Juan el apóstol saduceo, etc.
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