Conociendo la verdad sobre la «Santa Cena».
En los
primeros siglos del cristianismo la iglesia celebraba varios eventos. Dos de
ellos: Ágape refiriéndose a la ʻcomuniónʼ y Pésaj a la ʻPascuaʼ; por su gran parecido llegaron a
fusionarse en lo que tradicionalmente la iglesia ha llamado: «Santa Cena». Muchas
iglesias mantienen esta tradición histórica, y la entienden como una
oportunidad para reconocer el sacrificio de Cristo e ilustrar la comunión entre
los hermanos. Para entenderlo mejor dicha fusión debemos explicar ambos por
separado.
El Shabbat
era el día regular de adoración para Israel, el cual contaba de dos partes: Una
en la noche del viernes consistente en una cena familiar, y otra al siguiente día con
oraciones, lecturas, el compartir vino y pan leudado (Kidush-Hamotzi), que concluía con una cena comunitaria. Este «partimiento del vino y pan» del Shabat, que era
su momento más importante, sumado al desconocimiento de lo que diferencia a una reunión de la otra años después fue lo que hizo que se pareciera tanto al vino y pan
de la fiesta de Pascua. Tal fusión llegó a nuestros días de la siguiente manera: el vino fue
el mismo, mientras el Jalá ʻpan regular de Shabatʼ se sustituyó por la Matzá de
Pascua ʻpan sin leudar o fermentarʼ y la regularidad fue la del Shabat y no la
de Pésaj (una vez al año). Calvino, el reformador, explica acerca de la fusión
entre ambas de la siguiente manera:
«Según lo que nos enseña la historia, parece
que antes de los tiempos de Alejandro, obispo de Roma (107-116 d.C.), se utilizaba para la cena (Ágape o Eucaristía) pan leudado (Jalá), parecido al que comemos normalmente. Este
Alejandro estaba muy orgulloso de ser el primero en usar pan sin levadura (Matzá
de Pascua) (...) Se dice de Ceferino,
obispo de Roma (199-217 d.C.), fue el
autor de esta práctica (el Ágape trasladado a Pascua como día de comunión) que, según me parece, en su tiempo era
diferente de cómo es hoy (...) La
institución de Ceferino, que era buena, la estropearon sus sucesores cuando se
adoptó una ley que preveía una comunión al año (...)» (Institución de la
Religión Cristiana, Juan Calvino, editorial Libros Desafíos, pág.
1221-1225).
Veamos
amabas: Ágape y Pascua por separados, y cómo la iglesia en sus inicios las ejercía.
Como dijimos anteriormente, cada
Shabbat comienza con la puesta del sol y esto implica una comida en familia, al
día siguiente era el servicio matutino en la sinagoga donde se concluía con la bendición
del vino, el partimiento del pan y una comida comunitaria. Cuando la iglesia
comenzó a reunirse el momento más acorde era el de la noche, pues al siguiente
en la sinagoga costaría mucho trabajo hablar del Mesías en medio de Judíos. Así
que la primera comida sabática se convirtió para ellos en su Ágape. Esta es la
razón por la que era una comida regular donde todos cooperaban y demostraban su
amor fraternal. Leyendo a Clemente de Alejandría (195 d.C.) se puede entender con
mejor claridad:
«Un Ágape realmente es un alimento celestial,
un banquete espiritual (…) es una
demostración de la generosa y comunitaria benevolencia (…) Ya que es el amor el que nos congrega para
comer, el objetivo de los banquetes es el intercambio amistoso entre los
concurrentes, y la comida y la bebida son meros acompañantes del amor, ¿cómo no
nos vamos a comportar racionalmente?» (Lo mejor de Clemente de Alejandría,
Alfonso Ropero, pág. 126, CLIE).
También
Tertuliano (197 d.C.) dijo:
«Pero su mismo nombre muestra lo que son
nuestras cenas, pues se llaman Ágapes, que significa en griego ʻ amor a pesar
de ʼ. Todo lo que en ellas se gasta, es en nombre y en beneficio de la caridad,
ya que con tales refrigerios ayudamos a los indigentes de toda suerte...
Consideren el orden que en ellas se sigue, para que vean su carácter piadoso:
no se admite en ellas nada vil o contrario a la templanza. Nadie se sienta a la
mesa sin haber antes gustado una oración a Dios. Se come lo que conviene para
saciar el hambre; se bebe lo que conviene a hombres modestos. Se sacian
teniendo presente que incluso durante la noche han de adorar a Dios, y hablan
teniendo presente que su Señor les oye».
Por su
parte, la fiesta de Pascua o Pésaj recuerda cómo Dios liberó a Israel a través
del éxodo de Egipto. Este hecho comenzó con el sacrificio de un cordero cuya
sangre rociada en el umbral de la puerta anunciaría el sello de Dios sobre esta
familia y la muerte no vendría sobre su primogénito. La fiesta aunque es
celebrada en un día del año no significa que se deba recordar sólo una vez,
pues Deuteronomio 16:3 enseña que ha de recordarse a diario:
«No comerás con ella pan con levadura; siete
días comerás con ella pan sin levadura, pan de aflicción, porque aprisa saliste
de tierra de Egipto; para que todos los días de tu vida te acuerdes del día en
que saliste de la tierra de Egipto».
Pésaj
conduce directamente hacia la reflexión sobre aquella liberación en un día
específico del año. De esta forma el hombre de Dios se ha presentado durante
siglos ante el ofrecimiento hecho directamente por Dios de que hay esperanza
para salir de la esclavitud, cualquiera que esta sea.
La Pascua
como toda fiesta en Israel tiene un Seder ʻordenʼ bien definido que debe ser
seguido para su correcta ejecución. Es bueno señalar a la altura de lo que venimos diciendo que el actual Seder
de Pésaj que sigue el pueblo judío tiene algunas variaciones en dependencia del
grupo que la realiza (Asquenazí, Sefardí, Mizrajíes y otros), y estos vienen de una invención farisaica posterior
a la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d.C.
¿Qué debe
hacerse hoy para disfrutar espiritualmente como lo hizo la iglesia primitiva?
En primer lugar, no juzgar a aquellos que no viven bajo la tradición llamada «La
Santa Cena». En segundo lugar, no asumir la práctica judaizante de creer que
todos los detalles del Seder están a la altura del texto de la Biblia y por
ende creer que un error sería como violar la Ley de Dios. Y tercero, investigar basado en la Palabra de Dios
tanto en lo dicho por Moisés, los Salmos y los Profetas en armonía con la
interpretación y practica del Señor Jesucristo.
Comentarios
Publicar un comentario
La verdad es el antídoto contra la arrogancia.