El Hábito de tener un Shabat ʻReposoʼ con Dios.

Dios nos ha dado un día para dedicarlo a Él, a nosotros y a nuestra familia en medio de los quehaceres de la semana. Este se llama Shabat ʻReposoʼ.
El señor Jesucristo nos enseñó que Dios había creado algo muy especial para el hombre llamado Reposo: «El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo» (Mr 2:27), sin embargo, el hombre lo ha malinterpretado pensando que él debía someterse a lo que se puede y no se puede ese día. En un principio Dios creó el reposo, no porque Él lo necesitara, sino para enseñar algo muy especial al ser humano, la necesidad de parar en sus quehaceres para dedicar tiempo a esa parte espiritual que está en él.
«Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo» (Gn 2:2).
Dios no amaneció el día séptimo reposando; sino que Él lo estaba creando, o sea, estaba desarrollando una acción que necesitaba su gestión propia. Jesús también dice en el texto de Mateo que este día fue «hecho por Dios», nunca existió antes sino que fue creado y desarrollado específicamente para el hombre.
El error apareció cuando esta bendición llamada Reposo, llegó a establecerse como un día específico de la semana y lo que se debía o no hacer en ese día en una regla inviolable para no morir. El error estuvo al mal interpretar la Ley cuando decía: «Seis días se trabajará, más el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá» (Ex 31:15). El texto es traducido y mal interpretado haciéndole decir que quien «trabaje en el día de reposo ciertamente morirá». Esto produjo un miedo tremendo a fallar en ese día, En vez de ser una oportunidad para enriquecer la vida espiritual. Ahora, el texto en realidad utiliza el verbo morir dos veces y en uno de ellos en su forma causativa-pasiva (Hofal). O sea, que morirá porque progresivamente viene muriendo, como en una cuesta abajo indetenible a menos que se cambie el rumbo. Entonces el texto enseña que debemos detenernos un día para comenzar a enriquecer nuestra vida y no ir en decadencia por no preocuparnos de reposar y no que Dios mataría o se debía matar al que violara el día seleccionado.
Con el deseo de hacer lo correcto y no morir, el hombre señaló un día para este reposo, y fue tan especial su observancia que ese día comenzó a llamarse sábado hasta hoy. Cuando miramos las tres grandes religiones del mundo: cristianismo, judaísmo y mahometismo; nos damos cuenta que todos tienen un día inviolable para esto: domingo, sábado y viernes. ¿Cuál sería el día correcto? ¡Ninguno!
En Ex 23:10-11 aparece la ordenanza de guardar el año de reposo al llegar al séptimo, comenzando con el día en que se comenzó a trabajar la tierra: «Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha; mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar». En el verso doce, siendo por lo tanto el 11 su contexto, habla del reposo semanal y el prejuicio interpretativo debe venir del verso anterior: «Seis días trabajarás, y al séptimo día reposarás». ¿Cuál es el día que comienza a marcar para contar seis años de trabajo y al séptimo reposar? El texto es bien claro, el día primero del primer año en que se comenzó a trabajar. La misma pregunta aplica para el día, por tanto el día que marca el comienzo el inicio de nuestro trabajo y el séptimo sería para reposar. Entonces vemos una libertad para seleccionar un día que pudiera ser en el marco de nuestra facilidad laboral o en asociación con otros hermanos.
En mi caso, en estos momentos, mi shabat es en domingo. No porque crea que Jesús resucitó en domingo (no es parte de nuestras conclusiones interpretativas) o porque el día según un calendario «X» es ese, sino porque es el día en que más miembros de la asamblea en que me congrego tenemos ajustado para reposar y adorar.
El hecho que Dios diga que el reposo es para todo hombre, indica una participación familiar. Es por eso que en el reposo cada quien debe tratar de participar en tres áreas: individualmente, con su familia y con los hermanos de su congregación. 
Dedique tiempo a estar con el Señor en oración y con su Palabra, reflexionando con acción de gracias en su andar espiritual. Disfrute con su familia, bendiciéndoles y conociendo de sus luchas y alegrías. Asista a la congregación de la iglesia alabando a Dios junto a sus hermanos, mostrándoles su amor a ellos. En general, proyecte su vida a la excelencia espiritual.

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