Es necesaria la unificación de la proclamación con la demostración.
Tradicionalmente se ha concebido el evangelio, casi absolutamente, como una proclamación. Al pensar en evangelizar y predicar pensamos en hablar. Al pensar en la obra misionera pensamos en comprar locales y juntar a la gente para hablarles. El evangelio se ha convertido en plena habladuría. Esta sección se propone hacerle un atentado a este enfoque. El cristiano de hoy debe comprender que el evangelio se basa en hechos. Sin hechos simplemente no hay evangelio. No solamente en los hechos que se produjeron en el primer siglo, sino también en los hechos de los siglos posteriores. Dios llama a su pueblo a ser testigo y la razón primordial por la que se necesitan testigos es porque existe un acontecimiento o un hecho que necesita ser esclarecido o confirmado [1] . Donde quiera que haya una controversia se necesitan testigos que confirmen cual fue el hecho. En torno al evangelio existe una gran controversia, que tuvo su momento más de más trascendencia en el ministerio público de Jesús